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EL HOMBRE CON MIL BRAZOS

“Buenas tardes, estamos con Juan Solo, cómico, humorista, escritor, doblador, actor, licenciado por la Real Escuela Superior de Arte Dramático. Comenzó su carrera en la comedia en Paramount Comedy, ha participado en programas de radio, de televisión, en prensa y también en teatro.

Buenas tardes, Juan Solo”.

 

“Buenas tar… cuántas cosas, ¿no? Son muchas, sí”.

 

Así contestaba Juan Solo a su propia presentación. No le faltaba razón, porque toda esa serie de palabras que salieron por mi boca en el momento de comenzar la entrevista, son un breve resumen, un vistazo general por todos los ámbitos y mundos en los que el cómico (y tantas otras cosas) se ha movido.

 

Y después de todo esto sólo cabía preguntarle…

 

Pregunta: ¿Qué no has hecho?

 

Respuesta: Bailar. Soy pésimo bailando, y cantando también, pero bailar ya es una cosa tremenda. En la escuela de arte dramático, la profesora de danza que se llamaba Elvira, a la que cariñosamente la llamaba todo el mundo “Elvirus”, decía que intentar hacerme bailar era como poner a bailar al monstruo de Frankenstein. Y yo... tengo que darle la razón. Soy muy malo.

Procuro hacer muchas cosas para no aburrirme porque soy una persona que se aburre con facilidad cuando entra en la monotonía. Hacer mil cosas distintas me entretiene, me distrae y además es que lo necesito.

 

P: Has estado, como hemos dicho, muy ligado al mundo de la comunicación. En este sentido, ¿cómo ves la relación que puede haber entre el humor y el periodismo?

 

R: El periodismo básicamente no tiene sentido del humor. Creo. Es muy extraño ver una noticia con sentido del humor porque tampoco es lo suyo, ¿no? Tú tienes que informar si estás en un periódico; no tienes que ponerte a hacer coñas sobre si han detenido a tres personas por poner una olla bomba o cosas de estas, no tiene mucha gracia.

Creo que el periodismo no tiene humor, que la política no tiene humor, en el caso del periodismo lo entiendo, en el caso de la política... puede tener algo. No lo sé, no creo que vayan muy unidos.

De hecho, cuando los cómicos irrumpimos en el mundo del periodismo, no como periodistas, sino haciendo el trabajo que podría hacer un reportero, suele ser bastante mal visto por parte de los periodistas. Como una especie de intromisión.

 

P: ¿Y en el caso de programas como pueden ser Yu o El Intermedio, con ese análisis que hacen de la actualidad?

 

R: Bueno, es que por ejemplo, Dani Mateo, que es muy muy buen amigo mío, es periodista. Entonces él es cómico y periodista, en mi caso no.

Sí que es cierto que se puede presentar un late night. Yo no sé si Buenafuente es periodista, no lo tengo claro, yo sí que presenté un late night y no era periodista. Pero, al fin y al cabo, se busca más un showman que un periodista. Yo tenía a mi lado un equipo donde había buenos periodistas, que se preocupaban de hacer un cuestionario para el invitado y luego se contaba conmigo para salirme del guión, o para hacer lo que fuera.

Pero digamos que la labor de periodismo la hacían los periodistas, que es una labor que yo respeto mucho, y que creo que tienen que hacer ellos.

 

P: Has estado metido en el mundo de la comunicación. ¿Con qué medio te has sentido más a gusto?

 

R: Hombre, la tele es muy chula. Quema mucho. La radio también está muy bien y también te da libertad porque en la radio cuentas con la imaginación. En la televisión cualquier cosa que te plantees, se traduce automáticamente en miles de euros. Es que quiero que salga un oso por aquí, miles de euros en buscar un tío que haga de oso, en buscar un disfraz de oso, en colocarle cacharros al oso, en buscar un historia... Si en la radio dices: es que quiero meter un oso en el estudio, solamente tienes que hacer esto: “uuaaa uuooooa" y ya tienes un oso contigo. Entonces la imaginación de la gente juega a tu favor en la radio, y en la televisión no, hay que mostrarlo.

Luego también depende de lo que te guste el reconocimiento o no. A mí particularmente me hace gracia cuando alguien me saluda, pero cuando me saludan más de la cuenta me agobia. Hay gente a la que le encanta. Gente muy famosa que coge el metro por error una estación para que le salude la gente. Bueno, pues ahí está...

En la radio no vas a tener reconocimiento nunca, salvo cuando cojas un taxi que te dicen: me suena su voz. Y en la tele sí, claro.

 

P: No empezaste estudiando arte dramático.

 

R: No, empecé en el colegio, aja! Técnicamente sí porque hice primero de arte dramático, me fui a económicas cuatro años, y luego volví a acabar arte dramático.

Hice primero de arte dramático, no me gustaba nada el ambiente que había en la escuela porque yo era un chaval súper normal y no sé... Estaba muy politizada y no me gustaba. Me fui.  Estuve en económicas. Iba a decir “un error", pero no, porque de todo se aprende, incluso de los errores. Así que ahí está, es una fase. Sirvió para grabarme a fuego una filosofía que tengo en la vida, que es que no quiero tener 50 años y pensar “ostras, si hubiera hecho esto...", no. Lo hago, probar. Luego volví a arte dramático después de cuatro años y muy bien, había cambiado muchísimo el panorama, y muy contento.

 

P: ¿Qué significa para ti El Tiempo es Oro?

 

R: Joe, El Tiempo es Oro es un recuerdo muy bonito. Yo había acabado primero de arte dramático y me fui a económicas. Y un día con unos amigos, dije: “me quiero presentar a este concurso". “Nah, estás loco". “Yo quiero ir". Y curiosamente me hicieron una prueba por teléfono y fui a El Tiempo es Oro. Tenía 19 años y fuimos. Solo podías estar tres semanas en el programa, no podías eternizarte como ahora en los concursos, no podías repetir, y estuvimos las tres semanas. Fui el concursante más joven en estar allí ese tiempo, y fui el que más dinero se llevó cuando el programa estaba en La 2. Esto fue con 19 años una cosa... Yo creo que tuve mucha suerte, iba con el tema Walt Disney y luego aparte otras cosas, cultura general, tu ciudad... Y fue muy bonito. Y aparte de demostrarme a mí mismo “coño, puedo hacer cosas si me lo propongo", me metió otra vez el gusanillo de la televisión. Entonces yo estaba allí y vi aquello, acababa de irme de arte dramático y dije: esto es lo que yo tengo que hacer.

Me convencí de que tenía que dejar la carrera y tardé dos años en dar el paso, porque es muy bonito decir: ¡entonces yo decidí marcharme! Sí, pero luego hay que tener el valor de decir en tu casa: oye, que ahora quiero volver otra vez a arte dramático. Estuve dos años haciendo el tonto y entonces ya, cuando la situación era insoportable pues volví.

Así que consejo para cualquiera que pueda oír esto o leer esto: haz lo que te gusta porque no vas a tener otra oportunidad de vivir tu vida y todo el tiempo que pierdas en consideraciones absurdas, estará perdido para siempre. Es tu vida y la tienes que vivir tú, a tu manera, no como otros quieran que la vivas o como tú crees que a otros les gustaría que la vivieras.

Esto va para todos aquellos que su padre es un eminente médico y ellos tienen que ser médicos porque su abuelo, su padre… bueno, pues tú a lo mejor no quieres ser médico, puedes ser pianista.

 

P: En Paramount Comedy presentaste un programa, late night, que era “Solo ante el peligro”.

¿Te gustó estar solo ante el peligro?

 

R: Es que realmente estaba solo. Hice el casting, me cogieron, me ofrecieron dirigirlo también… bueno, no había otra, aparte de presentarlo te va a tocar dirigirlo… yo claro, dije que sí porque todos estamos un poco locos y fue demasiado trabajo para una sola persona. Es un canal con muy buenas intenciones, pero pocos medios materiales. Llegaba un poco justo. Estuve un año, fue, yo creo, profesionalmente el periodo más gratificante de mi vida, y personalmente horroroso, porque no hacía otra cosa más que estudiar, trabajar… sala de edición porque como director era responsable del montaje del programa. Era muchísimo trabajo.

 

P: ¿Cómo es el momento en el que actúas y oyes a la gente reírse? ¿Qué piensas en ese instante?

 

R: Yo soy muy serio con mi trabajo, y si me sale mal me cabreo bastante. Pero no me cabreo con la gente, me Cabriel conmigo. Sí que es cierto que hay veces que el público es muy malo. Que dices: ¿pero por qué habéis venido?, ¿por qué no os habéis quedado en vuestra casa?, ¿por qué habéis pagado una entrada para venir a ver un espectáculo de humor? Pero es trabajo tuyo; te pagan por que se rían y tienes que conseguirlo como sea.

A mí me gusta mucho cuando pruebo texto nuevo, ahora estoy probando el décimo monólogo, y lo pruebo todo de golpe. Mis compañeros normalmente lo que hacen es coger bloques de tres, cuatro minutos de un tema y lo meten es su espectáculo que ya está más que rodado. Lo meten en medio, van probando, cogiendo confianza... Pero a mí gusta probar a lo bestia. Probar los 20 minutos nuevos enteros. Porque esa sensación de estar al borde del precipicio, de 1: ¿Me acordaré? Porque es posible que no te acuerdes porque no lo has hecho muchas veces. Lo has repetido en tu casa pero no lo has hecho con gente. Y 2: ¿tendrá gracia esto? Esa sensación es fantástica, a mi me gusta mucho. Sé que es un poco suicida, y la mayoría de las veces es agridulce porque hay momentos que te sorprendes, que dices: coño, se han reído con esto, si no era ni un chiste. A partir de ese momento sí va a ser un chiste. Y hay otra cosas en las que has puesto una ilusión tremenda y no lo pilla nadie, o sea que no tiene gracia.

Pero ese momento en el que tú pruebas algo nuevo y la gente se ríe es maravilloso.

Y si aplauden, si es un aplauso que sale solo, que dices “¡jo qué bueno!". Eso es impagable.

Así que me da la vida que la gente se ría.


 

P: ¿Recuerdas tú primera actuación? ¿Cómo fue?

 

R: Haciendo monólogos sí. Llegué a Paramount, y dije “quiero ser cómico". “bueno, ¿tienes texto?", digo “sí, sí", “pues tal día probarás". En una sala que se llamaba Garibaldi, aquí en Madrid. Digo “¿cuánto hago?", dice “todo lo que tengas". Todo lo que tengas es muy peligroso cuando hablas conmigo. Normalmente se hacen 20 minutos, ellos entendían que iba a hacer 25... Creo que hice una hora y 20, el cámara se quedó sin película. La gente se iba riendo con cosas, con la mayoría no. Y de esa hora y pico que hice, los dos primeros monólogos están llenos cosas que estaban ahí, pero con otra forma.

Sí que es cierto que en la comedia, en el stand-up, lo que es la técnica es muy importante. Entonces tú puedes tener una idea graciosísima, pero es como diamante en bruto y a lo mejor no has sabido pulirle; luego cuando te dan los elementos y lo pules, está muy bien.

Ahí había cosas que eran graciosas, pero yo no sabía hacerlas. Aprendí, a base de tortas y de gente que me enseñó y ahí están mis dos primeros monólogos.

No fue tan desastrosa como se esperaba pero sí...

Una hora y cuarto creo que hice, además es una falta de respeto hacia tus compañeros, yo antes no lo sabía pero sí. Nadie es telonero de nadie, y menos si yo llego allí que acabo de empezar y me hago una hora y cuarto, pues está mal visto y de hecho me llevé una bronca.

Pero la recuerdo con mucho cariño y la sensación de estar al borde del precipicio era brutal. Era una prueba tremenda y la recuerdo perfectamente. Me gustó mucho aquella noche.

 

P: Hablemos de El hombre sin brazos. Una acogida espectacular de tu primera novela. Cuéntanos un poco sobre ella.

 

R: Es mi primera novela y ¿de qué iba a hablar? Siempre te dicen: habla de aquello que conoces. De la televisión. Pero de la televisión por dentro, no tiene nada que ver con los programas que veis, no, es cómo funciona un canal.

Está todo contado además en primera persona; no soy yo el protagonista, es el presentador de un magazine que hay por las tardes, pésimo. Pero está ahí porque le han ofrecido presentar su propio late night. Esto es muy habitual en la tele: si tú me haces este favor yo te tengo en cuenta para esto. El chaval accede y eso empieza a ir bastante mal; y se van descubriendo los entresijos, las tramas, las mentiras, los intereses que hay dentro de una televisión, de una productora; los trepas, hay una tipa muy pérfida, hay una fan loca, hay muchas cosas. Hay un crimen dentro del propio canal y algo que empieza como una historia de la televisión acaba siendo como una especie de novela negra. Que es lo que creo que a la gente le ha gustado tanto, porque aparte del posible cebo que pueda ser “a ver cómo es la televisión por dentro; una persona que más o menos la puede conocer...", luego como se ha convertido en una historia de intriga y tiene mucho humor, yo creo que he conseguido, por chorra, una mezcla que ha resultado muy atractiva para la gente.

Estoy muy orgulloso. Tardé tres años. Sabía cómo iba la historia, cómo empezaba, y tenía clarísimo cómo acababa, que en un misterio es lo mejor.

 

P: ¿Hay algo de autobiografía en El hombre sin brazos? ¿Experiencias personales o reales?


R: Mucho, mucho. Muchísimo. Y además es una cosa muy llevable al mundo de la televisión, porque como es un canal de televisión y es una intriga, con muchos personajes, y muestra muchas cosas que el gran público no conoce directamente pero le suenan las situaciones; en ningún caso están transcritas tal y como ocurrieron, son cosas que me han pasado a mí y cosas que le han pasado a otras personas. Son algunas anécdotas, pero están cambiadas porque yo no quiero ir a la cárcel ni quiero que nadie me demande. Entonces, quedándome con la esencia de que a alguien por su físico le pueden arruinar una carrera, si yo sé qué se ha suspendido un programa de televisión porque alguien tenía la cabeza un poco extraña o algo así, yo quito eso y en lugar de utilizar la cabeza pongo “por culpa de sus orejas le dejan de dar un programa de televisión". Es la misma historia pero no lo es, es como las películas de Antena 3 de los domingos por la tarde: basada en hechos reales.

 

P: ¿Una definición de humor?

 

R: Humor es una filosofía de vida. Humor es saber reírse de las cosas y sobre todo saber reírse del dolor. Además hoy es un día perfecto para hablar de esto, hoy es 11 de marzo. No hay chistes sobre el 11M ¿Se pueden hacer chistes sobre el 11M? “No, porque no se puede hacer humor sobre todo...", perfecto. Y el que te contesta eso siempre da la casualidad de que sobre las Torres Gemelas ha hecho todos los chistes del mundo.

Cuando el dolor no nos es muy cercano si podemos hacer humor.

Bueno, considero que tú puedes hacer humor sobre cualquier cosa porque cuando te subes a un escenario eres, como siempre en la vida, dueño de tus silencios y esclavo de tus palabras. Si yo me subo y cuento algo, he tenido la opción de no contarlo, lo cuento porque me apetece. Tengo que aceptar que la gente se pueda cabrear conmigo, no haberlo contado.

Lo que no puede ser es que un cómico diga una barbaridad y luego pida perdón, “perdón, perdón, es broma", no, no, no, automáticamente cuando haces eso te conviertes en un mierda. Si lo quieres decir, lo dices y si no lo quieres decir, no lo dices.

En el humor, en el sentido del humor, en poder reírte de algo, juegan un papel muy importante dos elementos:

Uno es la distancia. Nos podemos reír de la gente que explota en Irak, “pues sí, es que no, pero es que están en Irak, ya...", vale. Si explota ahora alguien aquí en la Cibeles, pues menuda putada. Eso está claro.

Y con el tiempo. Cuando hay mucha distancia y cuando pasa el tiempo. No te digo yo que no pueda haber chistes sobre el 11M dentro de diez años, pero hoy por hoy es inviable. Es que no se puede, tienen que jugar esos dos elementos a tu favor. Por lo tanto, la historia es perfecta para hacer humor. Bueno, Hitler está todavía ahí... Es que Hitler se pasó tanto que... Pero vas más atrás y puedes hacer chistes sobre lo que quieras. “Le han cortado la cabeza", “sí, pero jaja jojo jaja jojo".

Yo creo que uno se puede reír de todo siempre y cuando no haya intención de hacer daño. Que eso es una cosa que no entiende todo el mundo.

Creo que básicamente es una forma de ver la vida. Siempre acabo mi espectáculo diciendo a la gente que por mal que nos vayan las cosas casi siempre nos va a quedar la opción de reír o llorar, y ellos han decidido venir a ver mi espectáculo para reír, y se lo agradezco.

Considero que cuando alguien se ríe de lo que le pasa a sí mismo, se puede reír de todo lo demás. Pero cuando tú eres intocable, pero te puedes reír de los demás, entonces para mí no eres honesto. Y la comedia y el arte del stand-up es honestidad.

Así que, resumo, humor es una forma de ver la vida. Que además no se puede aprender; el que no tiene sentido del humor, no lo tiene. No quiero decir ser más o menos gracioso, que eso ya es otra cosa, depende también de cada uno. Pero tener sentido del humor decir: “me ha pasado esto pero, bue ¿Qué más da? Me río".

El humor es una forma de entender las cosas que te pasan. Y creo que no puedo decir nada más.

JUAN SOLO

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