Me gustaría escribirte palabra bonitas.

Poemas que pudieras interpretar como una declaración de amor.

Pero entonces, quizá se esfumaría mi poco encanto.

O quizá solo entonces podrías aceptar una proposición.

 

Y sigo sintiéndome incómodo,

porque ya sean palabras bonitas o feas,o bonitas y feas pero negativas,

siento que la inspiración, que tanto lugar ocupa últimamente

por estar desaparecida, brota mejor de la punta de un bolígrafo.

Y cae como en una cascada el agua formada por mis pensamientos,

desliza por las venas del brazo y de la mano que acaban fundiéndose

con la herramienta que hoy no te está escribiendo. Ni a ti ni a nadie.

 

Y creo que he entendido que el poema de verdad aparecerá

cuando ese agua tome un desvío dentro de mis venas

y antes de recalar en el brazo y en la mano,

haga una parada, o una rápida pasada, por en medio del corazón.