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La esperanza. Diálogo

-A veces crees, de manera ingenua piensas, que has encontrado un motivo para avanzar. Te encuentras con la esperanza, con la tuya. Y dices, "voy a apostar por esto", sin saber que es una inmensa y enorme estupidez. Una tontería sólo equiparable a lo que puedes ver hoy por la tele. Cuando las cosas no funcionan, y no quieren hacerlo; no van a empezar a ir bien porque sí. Y eso es lo que deberíais comprender.

-Quizá todo eso suena algo fatalista.

-No suena fatalista, lo es. Pero porque es así en realidad. Hay algo en lo que hay que daros la razón, y es que encontráis la esperanza. Es lo último que se pierde, y, amigo mío, ¡qué condena llevamos encima con la esperanza! Esa hija de puta se agarra a tu pecho y a tu cabeza, se clava en lo más profundo de tu alma, y no te deja vivir ni un puto segundo sin que pienses: "esto es posible" o "quizá pueda pasar". Hace hasta gracia, y sin embargo, dan más ganas de pegarse un tiro que de reír. Por suerte, la esperanza para mí es como la honradez de un político; se fue hace ya mucho tiempo lejos de mí.

-Pues yo creo, basándome en tu hipótesis, que sigues teniendo esperanza.

-Y quizá no te falte razón. Pero créeme. Cada mañana cuando me levanto y abro sin ninguna gana los ojos, apunto a la esperanza a la cabeza y le pego tantos tiros como haga falta para que muera un día más.

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