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Tú cantas

Ya solo me piensa el corazón,
y el alma me pesa como una pluma.
No puedo con ella, la arrastro por el suelo.
La estoy manchando con la tierra de un parque.
Una tierra que, en verdad, no existe.
Me acabo de dar cuenta.
Es lo que tiene el progreso, supongo.
Pero tampoco puedo pensar mucho. 
Entre latido y latido hay poco tiempo. 
Aunque cuando me miras, me cantas y bailas,
en exclusiva, como buenos periodistas, 
y porque estamos solos, cada espacio entre el bombeo era eterno.
Y procuré saborearlo lo más que pude,
ya que por mucho que me lo planteara,
estaba más que seguro de que no iba a probar el sabor de tus labios.

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